
Desde hace mucho tiempo se escucha decir, con mayor o menor énfasis, el axioma que nos indica que "la práctica temprana de la música conlleva numerosos beneficios para el desarrollo de los niños". Estos beneficios se encontrarían relacionados con variadas áreas del desarrollo cognitivo, sicomotriz, social y conductual.
Pese a la variada literatura pedagógica y psicológica disponible, a la masiva difusión del método Suzuki, que intenta un paralelo entre música y lengua materna, y al reciente, pero no por ello menos masivo, concepto de Efecto Mozart, no es posible, sin embargo, encontrar documentación que avale científicamente aquellos postulados.
Si bien la práctica parece apoyar la veracidad de las afirmaciones mencionadas, no es menos cierto que no es posible atribuir los resultados favorables exclusivamente a la práctica sistemática y temprana de la música, debido a que se debe considerar otros aspectos más generales, como el efecto que produce en el desarrollo de los niños la presencia de padres motivadores e interesados en sus hijos, así como la disponibilidad de oportunidades y recursos materiales que la música requiere, lo que supone, a priori, una condición más favorable para el desarrollo de esos niños en particular.
Sin embargo, recientes estudios realizados en Inglaterra han revelado que la estructura cerebral de los músicos es diferente de los no-músicos, especialmente en áreas del sistema nervioso central vinculadas al lenguaje. En un artículo publicado en Intelligence Research , se describe un intento por determinar cambios físicos medibles en el cerebro de personas con práctica musical sistemática y sin ella. Dice el artículo:
"Tocar un instrumento y hablar un idioma tienen similares requerimientos a nivel cerebral, en cuanto a las habilidades de realizar procesos en secuencias ordenadas, coordinación de conductas y análisis del resultado o emisión. Esto condujo a algunos investigadores a formular la hipótesis de que las personas que ejecutan un instrumento tendrían mayor densidad de materia gris en el área cerebral denominada de Broca, localizada en la circunvolución frontal inferior del hemisferio cerebral izquierdo, y que es reconocida como involucrada en el lenguaje expresivo. Los resultados del estudio apoyaron la hipótesis: mediciones no invasivas revelaron un agrupamiento de materia gris con mayor densidad en el área de Broca de los músicos. Aún más, considerados grupalmente, los músicos no exhibieron las reducciones de volumen relacionadas con la edad que son comúnmente observadas en no-músicos. La Dra. Vanessa Sluming plantea que estos estudios sugieren "que el cerebro permanece plástico a través de nuestras vidas y que puede ser moldeado según el uso que le demos".
1 Extracto de "Algunas pistas sobre el origen del lenguaje" en el Nº14 de "Intelligence Research" (sept. 2002) publicado por la Universidad de Liverpool, Inglaterra.